Saludo 1o de mayo – Día de los trabajadores

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Como cada 1 ° de mayo, día Internacional de los Trabajadores, enmarcado en este tiempo de Pascua, queremos saludar, bendecir y alentar la esperanza de quienes con su trabajo manual, intelectual o artístico, colaboran en la co-creación -continua- del Dios de la Vida. Lo hacemos a la luz y como seguidores de Jesús de Nazaret que “Trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre.” (GS 22) 

Este 1° de Mayo encuentra a los uruguayos hermanados en el dolor con todos los pueblos, en un momento inédito e inesperado de la humanidad y del planeta.  Un pequeño virus nos ha invadido, poniendo en tela de juicio todas nuestras seguridades y soberbias, obligándonos así a vivir en la incertidumbre de este largo y angustioso presente.  Estamos en un mismo mar embravecido que nos zarandea, aunque con distintas posibilidades de sobrevivir, que nos exige estar despiertos junto al Señor, muy lúcidos y dispuestos a bracear todos juntos. 

El Papa Francisco en una lluviosa tarde en Roma, solo, en medio de la Plaza de San Pedro, pero ante los ojos y oídos expectantes de millones de personas de todo el mundo, reflexionó ese pasaje de la tormenta antes de dar la bendición “urbi et orbi”. Días después, el domingo de Pascua, envió una Carta muy conmovedora a los Movimientos Sociales, allí les decía: “Si la lucha contra el COVID es una guerra, ustedes son un verdadero ejército invisible que pelea en las más peligrosas trincheras. Un ejército sin más arma que la solidaridad, la esperanza y el sentido de la comunidad que reverdece en estos días en los que nadie se salva solo.”

Hacemos nuestras sus palabras de confianza, esperanza y también de gratitud, dirigiéndolas hoy a los trabajadores y trabajadoras uruguayas, porque una vez más hemos tenido la prueba de su solidaridad y capacidad de responder a los desafíos cuando la vida está amenazada. 

En apenas  una semana, miles de trabajadores quedaron sin trabajo, pidiendo ser acogidos al seguro de desempleo, mientras, los  muchos trabajadores informales se vieron aún más desprotegidos.  Recordaba el Papa en esa carta mencionada “una consigna tan humana y tan cristiana: ningún trabajador sin derechos”. La respuesta del pueblo no se hizo esperar: no había pasado aún el desconcierto inicial  cuando florecieron “ollas populares” y “canastas solidarias” por todo el país, atendiendo la más urgentes necesidades.  

Asimismo valoramos y agradecemos inmensamente a todo el personal sanitario que desde la primera línea arriesga su propia vida por salvar a muchos;  a todos los que cubren los servicios esenciales en este tiempo; a los docentes que debieron aggiornarse y reprogramar sus cursos para llegar a los estudiantes desde plataformas on line, y a la creatividad de las familias.

Así nos encuentra este 1° de Mayo, en medio de la tormenta global, avizorando un futuro de gran crisis económica y social que exigirá -en este país de larga cultura democrática- la mayor responsabilidad y generosidad de todos, movimientos sociales y Estado, para que despunte un nuevo día, un nuevo mundo y una nueva humanidad. Las grandes crisis pueden ser grandes oportunidades para el cambio de rumbo que parece hoy urgente. Apostamos a ello.

No estamos solos. Nos tenemos unos a los otros, ese es también el sentido y el mensaje hondo de celebrar el Día de los Trabajadores. Pero, los cristianos tenemos además otra certeza que funda nuestra esperanza última y que hoy queremos compartir junto con este saludo: Jesús Resucitó, Él Vive y rema con nosotros.  

Sabemos que muchos uruguayos no profesan o practican la fe católica, pero también sabemos que muchos conocen y siguen al “carpintero de Nazaret, y al que anduvo en la mar” al decir del poeta, por eso también ellos pueden acoger esta Buena Noticia. 

Recordemos que el Resucitado es el Crucificado y el mensaje de la Resurrección hoy menos que nunca puede ser un aerolito que cae desconociendo la realidad. Así lo reconoció el Papa Francisco en su “Plan para resucitar” del 17/4: “El impacto de todo lo que sucede, las graves consecuencias que ya se reportan y vislumbran, el dolor y el luto por nuestros seres queridos nos desorientan, acongojan y paralizan. Es la pesantez de la piedra del sepulcro que se impone ante el futuro y que amenaza, con su realismo, sepultar toda esperanza.”

Sin embargo, la piedra del sepulcro se puede mover y de hecho se movió todo el tiempo, nos dice el Papa: “Pudimos descubrir cómo muchas personas que ya vivían y tenían que sufrir la pandemia de la exclusión y la indiferencia siguieron esforzándose, acompañándose y sosteniéndose para que esta situación fuese menos dolorosa… Y fue precisamente ahí, en medio de sus ocupaciones y preocupaciones, donde las discípulas fueron sorprendidas por un anuncio desbordante: “No está aquí, ha resucitado”… Su velar y acompañar al Señor, incluso en la muerte y en la mayor desesperanza, no era vana, sino que les permitió ser ungidas por la Resurrección: no estaban solas, Él estaba vivo y las precedía en su caminar…”

También dice el Papa apelando a que solos no podemos y que es tiempo de bregar juntos: “Si actuamos como un solo pueblo, incluso ante las otras epidemias que nos acechan, podemos lograr un impacto real.” 

Queridos hermanos y hermanas trabajadores de este querido Uruguay, nuestro saludo en este 2020 partiendo de la dura realidad, quiere ser a la vez que un abrazo solidario en el dolor y las dificultades de los trabajadores y sus familias, un mensaje de mucha esperanza: ¡confiamos en el Señor y en nuestro pueblo!

Reciban nuestra bendición en Cristo Resucitado,

 Mons. Pedro Wolcan Olano

Obispo de Tacuarembó – Presidente de Cáritas Uruguaya

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