Hay muchas definiciones y formas de entender la adicción o dependencia de sustancias. Vamos a desarrollar algunos elementos desde distintos modelos psicológicos, sobre todo desde el plano personal.
Por un lado, se habla de una persona y una droga, y la relación entre ambos. Es fundamental conocer qué significa la droga para la persona. No es lo mismo para todos.
También se pueden establecer comportamientos adictivos con objetos que no sean sustancias psicoactivas, incluso pueden ser personas.
Los comportamientos adictivos pueden definirse como las conductas que intentan obtener un placer, o evitar un dolor, sin tener en cuenta las consecuencias de los mismos.
Podemos agregar los siguientes elementos:
1) La persona pierde el control cuando desarrolla una actividad determinada. O no puede decir que no, o no puede parar una vez que inicia, o ambos.
2) Sufre síndrome de abstinencia si no puede practicarla. El síndrome de abstinencia puede tener elementos físicos y/o psíquicos.
3) Su dependencia es cada vez más fuerte. La dependencia supone que el objeto de ese comportamiento adictivo, pasa a tener un poder fuera de lugar para la persona. Pasa a ser un absoluto, un pequeño dios. Lo que le da la ilusión de obtener lo que está buscando.
4) Se produce un estrechamiento de la conciencia. La persona no siente interés por lo que le rodea, salvo el objeto de su adicción.¿Por qué es solo una ilusión? Porque la persona termina siendo consumida por el objeto de la adicción, perdiendo momentáneamente las cualidades más humanas como la libertad, la apertura, el proyecto de vida, los sentimientos, etc.
La persona va adaptando toda su vida en torno a este vínculo con la sustancia, lo que va afectando distintas áreas como la salud, la relación familiar, laboral, amistades, participación social, etc.
Las sustancias brindan experiencias, ya que actúan directamente sobre nuestro cerebro. ¿Cuál es la “trampa”? Que esas experiencias son inmanentes, son efecto directo, encerrado en nuestro propio organismo. Las experiencias que brindan plenitud son trascendentes, es decir, están referidas a algo o a alguien, ocurren en la apertura de la persona al mundo, a los demás, a Dios.
¿Por qué entonces las personas buscan esas experiencias que a la larga no dan resultado? Porque tienen unas creencias inconscientes sobre el mundo y sobre sí mismos, que llevan a esa forma “rápida” de resolver los problemas. Podemos simplificar el aporte de muchos autores cognitivos de esta manera:
Entonces, como ninguna de estas creencias se puede llevar a la práctica tal cual, la persona termina pensando que es débil, que no tiene poder, que al menos puede conseguir la imagen de que es así, puede haber factores externos (como la droga) que me hagan al menos sentir que puedo todo o que obtengo todo ahora. Así, hace un arreglo rápido del tema, aunque sea aparente o momentáneo.
Esa forma de concebirse a sí mismo como débil, como juguete de la situación, juega un papel principal en el establecimiento del comportamiento adictivo. La persona inicia el consumo, hasta que va generando dependencia del mismo. Cuando tiene deseos de consumir, en seguida piensa que no va a poder aguantar si no consume. Cree que no
va a poder tolerar por ejemplo un dolor, una angustia, o que no va a poder festejar y estar alegre sin el ingrediente del consumo. Cualquier sentimiento, sea negativo o positivo, termina siendo un peligro para la persona, ya que cree que no va a poder dominarlo si no es a través del consumo.
Las personas han construido esta forma de concebirse a sí mismos y a los demás, a través de aprendizajes desde su nacimiento, lo cual junto a su temperamento, va formando su personalidad. Son cosas que se pueden re-aprender. El cambio es posible.
Otra forma útil de entender lo que ocurre, es descubrir qué función cumple ese estilo de vida para mí o para mi ser querido. Es algo muy personal que debemos descubrir. Ponemos algunos ejemplos para entender la idea:
– Integrarme a un grupo cuya unidad gira en torno al consumo. Me siento solo, quiero pertenecer, no tengo la seguridad en mi mismo para verme distinto.
– Obtener identidad. No sé quién soy, qué quiero de la vida. El consumo me da un estilo de vida, una forma de ser.
– Compensar carencias: la persona carece de algo (afecto, habilidades sociales, duelos no procesados, etc.) y a través del consumo tiene la ilusión de satisfacer o compensar esas carencias. De hecho, lo que ocurre es que mantiene las mismas carencias, lo cual profundiza el consumo.
– Estímulo, contacto. El alejamiento del contacto con los otros provoca soledad, carencia de estímulos. El consumo sustituye los sentimientos del relacionamiento íntimo de la familia, los amigos.
– Independizarse de la familia. El estilo de vida del consumo, en algunos puede servir para independizarse de una familia que por algún motivo no está colaborando en la emancipación de uno de sus miembros. El problema es que si la persona termina dependiente del consumo, pone en riesgo esa misma independencia que desea.
Estos son algunos elementos para ayudar a entenderme a mí mismo o entender a alguien a quién queremos acompañar. En los procesos terapéuticos, se busca profundizar este conocimiento de sí mismo y fortalecerse por el camino de la apertura al mundo, a los demás y a Dios.