Una maratónica semana vivió el papa Francisco durante su visita a los países sudamericanos como Ecuador, Bolivia y Paraguay, a los que trajo no solo el mensaje de alegría, paz, sino además el de la inclusión y el diálogo, y por otro lado criticó la cultura del descarte.
Con su sencillez se ganó el cariño de la gente y bendijo a niños, ancianos, minusválidos y llegó hasta los más desposeídos, a los que él llamó: “los excluidos de la sociedad”. En Ecuador visitó un asilo de ancianos y pasó por una cárcel de máxima seguridad en Bolivia. A los religiosos, les instó a no padecer la enfermedad del Alzheimer espiritual, que lleva a olvidar las raíces de uno mismo.
En Paraguay, donde desarrolló la agenda más intensa, llegó hasta los niños internados en el Hospital Pediátrico Acosta Ñu, hasta un barrio marginal como lo es el Bañado Norte y en todos estos sitios llevó consuelo y esperanza.
Desde que pisó tierra sudamericana, el Pontífice tuvo un mensaje claro, conciliador, pero fuerte. En Ecuador, donde en la actualidad se vive un ambiente bastante tenso, instó al diálogo, mientras que en Bolivia, además, de apoyar el reclamo de salida al mar, aseguró que el futuro de la humanidad está en manos del pueblo, no de las grandes elites, en un memorable encuentro que tuvo con los movimientos populares.
Ya en Paraguay, el Pontífice criticó el narcotráfico y la corrupción, dos grandes males que atacan desde hace décadas y que no le dejan salir a flote.
Y si esto no fuera poco, durante la reunión que mantuvo con los miembros de la sociedad civil tuvo un claro mensaje, el cual es hablar con la verdad y luchar contra la corrupción, en un mensaje que no estaba dirigido a los otros, sino a uno mismo. “No hay que decir que bien le dijo el Papa a fulano o sultano, es a mí a quien me habló”, remató su intervención en el encuentro que se realizó en el León Coundou.
Incansable, el Pontífice en avión dio una larga conferencia de prensa, en la que no solo bromeó sobre las preguntas en guaraní, sino además también aseguró que no tomó té de coca en Bolivia, y que esa no era la droga que lo mantenía siempre con buen ánimo para llegar sonriente en todos los eventos.
Si bien siempre se mostró predispuesto en todos los sitios, no se puede negar que el Papa sintió los estragos de la gira. A sus 78 años, el Pontífice se mostró un poco menos ameno y más cansado en varios sitios, aunque en ningún momento perdió el entusiasmo ante la gente que lo esperaba en las calles y para las misas campales.
Fuente: La Nación Paraguay
http://www.lanacion.com.py/2015/07/18/papa-francisco-trajo-a-america-un-claro-mensaje-de-inclusion/