IV JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES 2020
“Tiende tu mano al pobre” es la invitación del Papa Francisco este año.
Un año muy especial marcado por la pandemia del Covid 19 que lleva no sólo millones de infectados y tantísimos muertos en todo el planeta, sino que ha sumergido en la pobreza a cientos de millones de personas. Casi nos es imposible pensar, calibrar, esas las cifras dadas por la CEPAL. Sin embargo es preciso saberlas y dejar que nos interpelen.
Sin embargo, las cifras no muestran rostros ni nombres, ni cuentan las historias humanas concretas de sufrimiento… por eso el Papa nos invita a esta Jornada no sólo con referencias bíblicas, sino con esta consigna diáfana y exigente: “Tiende tu mano”, vale decir: “mira a sus ojos”, “llámalo por su nombre”, “descubre algo de su historia única”, “escúchalo, “sonríele”… Dice el mensaje para esta IV Jornada: “Mantener la mirada hacia el pobre es difícil, pero muy necesario para dar a nuestra vida personal y social la dirección correcta.”
El lugar de los pobres en los evangelios es claro. Lucas nos relata lo sucedido en la sinagoga de Nazaret cuando Jesús lee al profeta Isaías y hace suyo el mensaje, se siente enviado por el Padre a anunciar la Buena Noticia a los pobres. Por su parte la comunidad de Mateo también recuerda esas palabras en boca de Jesús respondiendo a las dudas de Juan preso, “…y a los pobres se les anuncia la Buena Noticia” (Mt. 11, 5). Ambos evangelistas además llaman dichosos a los pobres porque son predilectos del Amor compasivo y misericordioso del Padre.
Cabe preguntarnos qué significa en el mundo actual anunciar a los pobres la Buena Noticia del reinado de Dios presente. ¿Será enseñarles una doctrina?, ¿será decirles “vayan en paz”?
Ya la Carta de Santiago nos decía que no se trataba de eso, pero recordemos la práctica de Jesús -no sólo su prédica: abrazar niños, tocar enfermos, no temer ese contacto que lo hacía impuro según la Ley, hablar con mujeres, pedirles agua, curar en sábado, comer con pecadores públicos… Si Jesús es para nosotros es “norma normanda no normada”, es decir es el criterio de discernimiento por excelencia, sigamos sus pasos y haremos a los pobres, a los frágiles, a los “perdedores” de la historia, un anuncio auténtico de la presencia amorosa de Dios.
El anuncio explicito del Evangelio debe ser respaldado por la práctica, por la vida, o será irrelevante en el mundo actual, más aún, quizá sea irreverente o impío a los ojos de Dios.
En tanto en la reciente Encíclica, Fratelli tutti, sobre la Fraternidad y la Amistad Social, el Papa Francisco dedica un capítulo entero (56-86) al fundamento bíblico, en ese capítulo II titulado “Un extraño en el camino” afirma:
El relato (del buen samaritano: Lc. 10, 25-37), digámoslo claramente, no desliza una enseñanza de ideales abstractos, ni se circunscribe a la funcionalidad de una moraleja ético-social. Nos revela una característica esencial del ser humano, tantas veces olvidada: hemos sido hechos para la plenitud que sólo se alcanza en el amor. No es una opción posible vivir indiferentes ante el dolor, no podemos dejar que nadie quede “a un costado de la vida”. Esto nos debe indignar, hasta hacernos bajar de nuestra serenidad para alterarnos por el sufrimiento humano. Eso es dignidad. (68)
Es de destacar que la dignidad humana universal, tan amenazada, en la fragilidad de los pobres de la tierra, de los desocupados, de los que padecen hambre, de los migrantes obligados por las circunstancias a dejar atrás su tierra, de los ancianos dejados de lado, de las mujeres y jóvenes víctimas de la trata de personas, y tantas otras formas o rostros de la pobreza actualmente, exige para el cristiano indignación ética, salir de la indiferencia.
Este es el grito que llega desde los profetas, que en el Evangelio alcanza la estatura del Hijo de Dios, que sigue llegando hasta nuestros días en boca de nuevos profetas, que justamente en nombre de Dios recogen el clamor de los sufrientes y llaman a despertar, a sanar del peor virus -el individualismo-, a vivir el amor fraterno capaz de compartir el banquete de la vida.
No son tiempos fáciles -si es que alguna vez los hubo- pero no estamos solos, el propio Espíritu de Dios derramado en nuestros corazones nos anima a tender hoy nuestras manos a los más necesitados; también contamos con la sensibilidad y compañía de una Madre, la de Jesús y nuestra. Junto con el Papa Francisco en su mensaje para esta Jornada recordamos y nos encomendamos a María:
“En este camino de encuentro cotidiano con los pobres, nos acompaña la Madre de Dios que, de modo particular, es la Madre de los pobres. La Virgen María conoce de cerca las dificultades y sufrimientos de quienes están marginados, porque ella misma se encontró dando a luz al Hijo de Dios en un establo. Por la amenaza de Herodes, con José su esposo y el pequeño Jesús huyó a otro país, y la condición de refugiados marcó a la sagrada familia durante algunos años. Que la oración a la Madre de los pobres pueda reunir a sus hijos predilectos y a cuantos les sirven en el nombre de Cristo. Y que esta misma oración transforme la mano tendida en un abrazo de comunión y de renovada fraternidad.”
Mons. Pedro Wolcan Olano
Obispo de la diócesis de Tacuarembó Rivera
Presidente de Cáritas
Descargar mensaje CARITAS URUGUAYA
Enlace al mensaje del Papa Francisco